No se detenga de hacer el bien

Carta de felicitación del Cardenal Oscar A. Rodríguez al P. Pedro Hernández en el día de sus 84 cumpleaños.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.     El P. Pedro es toda una institución en Tela y sus alrededores. Misionero incansable y amigo de todos. Afable, acogedor, humilde y entregado a la causa de Jesús en el servicio de la caridad. Se ha dejado la vida y la piel por hacer una ciudad mejor, por construir un gran colegio y mantener el hospital construido con fondos españoles y muchos quebraderos en su cabeza. Fundador hace seis años de la emisora de Radio Subirana en que habitualmente colabora con la sabiduría y buen hacer que siempre le ha caracterizado. Repleto de amigos, es querido, respetado y admirado por todos. He tenido el gozoso privilegio de ser acompañado por él en las visitas a los enfermos y a las comunidades eclesiales. Su palabra, su consejo, su oración, su trato son de calidad, exquisitos. Los años ya le pesan así como las limitaciones y algunas dolencias. Desde hace algún tiempo le falla la memoria, pero su amor es grande y su generosidad desbordante. A su lado se aprende a ser sacerdote, a ser buen misionero. En su pequeña y austera habitación me encuentro con esta felicitación que, con su permiso, tomé prestada para incorporarla aquí y ahora.

Muy querido P. Pedro: Un saludo fraterno y cordial desde Tegucigalpa. Con motivo de su cumpleaños quiero hacerle llegar mi saludo de felicitaciones, todo mi cariño y mi bendición. Cumplir años no es solamente el devenir de los años que pasan, no es el tiempo que corre. Se trata de crecer en edad, en sabiduría y en santidad. Para un misionero, para un religioso, para un sacerdote, cumplir años es dar gracias a Dios por sus años de misericordia y de fidelidad. Para un sacerdote cumplir años es seguir en el camino de la fidelidad en el servicio y en la caridad. Usted, querido Pedro, nos ha mostrado a lo largo de los años que su vida, sus años, su tiempo, los ha dedicado a Dios en la consagración religiosa. Los ha dedicado a María, de cuyo dulce corazón ha aprendido y en cuyo corazón se ha fraguado. Usted nos ha mostrado, con las obras de sus manos, con sus palabras y con sus días que vale la pena ser de Dios, vale la pena servir a la Iglesia, vale la pena ser sacerdote. Y ahora cambio el giro de mi carta, que ya no es solo de felicitaciones, sino que se torna en acción de gracias. Gracias P. Pedro porque nos ha mostrado a Dios en la Eucaristía, en la reconciliación, en el servicio misionero, en la parroquia, en las comunidades religiosas. Gracias, mil gracias por esos años de fidelidad a Dios por estos años de felicidad que ha dado a los fieles teleños. No se detenga de hacer el bien. No se detenga de mostrarnos que el Reino de Dios ya está en medio de nosotros. Siga siendo misionero de buenas noticias, del Evangelio; siga siendo misionero del reino de Dios”.

(Oscar A. Cardenal Rodríguez M., SDB – Arzobispo de Tegucigalpa)

    

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