Nuestras diferencias personales, por mucho que a veces nos frustren y pongan a prueba nuestra paciencia, no son crimen, ni pecado; o incluso, de hecho tampoco son (casi nunca) culpa de nadie.
Tanto creer que Dios no existe como creer que Dios efectivamente existe es un acto de fe; y afirmar que uno no cree a causa de la ciencia implica muchas cosas que tienen que ver muy poco con la misma ciencia.
Es normal sentirse frustrado, no tener todo lo que quieres, tener que vivir resignándote a lo incompleto y aceptar el hecho de que en esta vida experimentaremos más hambre que saciedad.
Nuestros corazones son complicados y fascinantes y todos nosotros seríamos más amables con nosotros mismos y encontraríamos nuestras vidas más interesantes si escucháramos con más regularidad sus latidos. Ése es también el secreto en nuestra relación con