En el exilio

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Somos incapaces de encontrar las palabras que necesitamos para hablar, incapaces de expresarnos correctamente en el amor.
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A veces profundidad y sensibilidad están reñidas con creatividad y libertad.
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Dios nos creó a su imagen y semejanza, y nosotros nunca hemos cesado de devolver el favor.
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Desde Abrahán hasta Jesús vemos cómo las grandes figuras de nuestra fe no suelen decir fácilmente: 'Hágase tu voluntad'.
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¿Por qué marcamos aparte cuarenta días cada año para renunciar de forma voluntaria a algunos goces legítimos, a fin de prepararnos para Pascua?
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La santidad se alcanza cumpliendo las obligaciones que ineludiblemente se abren ante nosotros cada día.
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En todas partes se encuentra la paradoja: A veces las cosas que piensas que te van a hacer feliz acaban entristeciéndote, y a veces lo mismísimo que te parte el corazón de dolor es también lo que lo abre al calor humano y a la gratitud.
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Ciudad Redonda va a ofrecer semanalmente la traducción de la columna de Ron Rolheiser.
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¿Qué pasaría si todos nosotros fuéramos más coherentes? ¿Y si todos nosotros fomentáramos lealtades más amplias?