Estar, siempre y sólo estar: lo nuestro. Oidores de penas y lamentos, aunque también participantes en tantas pequeñas resurrecciones diarias de los pobres. Pero siempre y sólo eso: estar.
¡Tantas idas y venidas con Dios en la mochila! Porque Dios, solamente Él, es quien les visita eficazmente en esa agua de bautismos aparentemente sin sentido, pero asidero único para encontrar ellos salvación.
Como un fantasma y después de tanto sobresalto político, se nos ha colado en nuestro adelgazado y debilitado pueblo una epidemia de meningitis purulenta
Al fin, llegas y descubres el paraíso alejado que estos nativos escogieron para esconder su vivir de otros ojos que buscan nada más y sólo sensaciones o aventura.
Porque hay momentos... momentos en los que minutos escasos de un único día se hacen como siglos; y vives tanto en tan poco tiempo, que envejeces sin quererlo.
Soy admirador sin voz de esa expresión de vida humana que ellos encarnan, tan distinta a la civilización urbana que “domestica” costumbres y “materializa” almas.
Hay escasez. Y vivimos este riesgo cada día. Y el pueblo comienza a estar inquieto. E insoportables explotadores que aprovechan estas situaciones para acaparar, monopolizar y encarecer. Gentes debilitadas por tanta lucha y tanto esfuerzo, que ya no pueden