La Iglesia, a lo largo de su historia, ha tenido que reformular el contenido del mensaje y utilizar las lenguas e instrumentos de comunicación ofrecidos por las distintas culturas.
El Evangelio, aunque comunicado en el contexto de una determinada cultura, no se identifica con ella, sino que la trasciende, pudiendo y debiendo ser anunciado y vivido en toda cultura humana.
La fe, en cuanto comporta la transformación de la persona según el Evangelio, no sólo entra en el proceso global y permanente de su educación, sino que debe vertebrarlo y determinarlo.