El director espiritual debe ser y saberse un simple instrumento, y un instrumento enteramente dócil, del Espíritu Santo, que es el primero y, en realidad, el único Director.
Nuestro centro verdadero no somos nosotros, sino Dios o, más exactamente, Jesucristo. Y sólo estando 'centrados' en él, está de verdad 'centrada' toda nuestra persona y toda nuestra existencia.
Pretenderán ser, con humildad y con audacia, sólo un acercamiento tembloroso y, a la vez, apasionado, a Dios y al hombre. Un acercamiento, siempre en el Hombre-Dios, que es Jesucristo: desde la fe pensada, es decir, desde la teología, desde la reflexión c