Con mucha frecuencia nos dirigimos a María con la tradicional “Salve Regina” o “Dios te salve, reina y madre de misericordia”. La costumbre y el ritmo del rezo nos impiden descubrir la magia que esta plegaria contiene.
Quien se pone cerca del fuego termina calentándose. Quien se pone bajo el fuego del Espíritu calienta a la manera de Dios. María acompaña a la comunidad naciente. En aquella sala de Jerusalén estaban pocos, pero llegaron lejos.
Me habéis llamado dichosa todas las gentes, todos los tiempos y lo habéis hecho adornando mi nombre con esos títulos que contienen veneración, amor y la descripción de un destino