San Bernardino de Siena era un frailecillo toscano que todas las tardes iba a la puerta camolia para rezarle una salve a la Virgen del Arco, una virgen mínima, florida y clemente...
A rezar se aprende como se aprende a vivir, como comenzamos a hablar. Es tan simple y tan sencillo que no se halla hombre o mujer alguna que no sepa decir a Dios \"Padre\" y a Santa María \"Madre\"...
Por fin María llegó también al final. ¿Cómo sería el término de esta criatura prodigiosa que tanto amó? Los cristianos, especialmente a partir de los siglos V y VI empezaron a interesarse por la suerte última de la Señora...