En la dinámica evangelizadora de hoy existe una marcada tensión entre la doctrina y la praxis. Hay quien insiste en la necesidad de las ideas claras, hay quien acentúa la dimensión de vivencia, sentido, compromiso.
Jesús anuncia el triunfo y la eficacia de los pobres, los últimos de la sociedad. Todo se ha invertido. La muerte de Jesús (el fracaso del pobre) viene a desvelarse como triunfo de la nueva humanidad.
Anuncia y realiza algo nuevo, por eso no sintoniza con los que dan culto a la repetición de las leyes de siempre, de lo que siempre se ha hecho y dicho. La piedad farisea no le va. Le gusta la innovación.
Jesús concibe su misión como anuncio y realización del Reino de Dios: de lo que sucede en la historia de los hombres cuando a Dios se le deja ser Dios y reina como quiere reinar.
Jesús había decidido que era necesario hacer algo con todos aquellos que viven en una situación de desesperanza material, de marginación social y de penuria espiritual.
Jesús, cada vez que se encuentra ante una situación de marginación de la mujer, manifiesta claramente su voluntad de restablecerla en su dignidad humana; pero esto produce también escándalo en la sociedad.
Si el seguimiento como identidad cristiana es pasión por Jesucristo y proseguimiento de su causa evangelizadora, incluye también la fascinación por su forma de hablar y de comunicar.
Para reconocer al Cristo Hijo de Dios hay que bajar y no subir, hay que contar con el fracaso y con el dolor, hay que hacer callar a muchas imágenes falsas de Dios.
Hemos preparado esta herramienta para trabajar sobre las palabras de Jesús. Son espíritu y vida: dan que hacer, que pensar, que sentir, y dan que hablar.
Hoy presentamos una manera peculiar de adentrarse en la Palabra. Se llama Estudio de Evangelio, consiste en leer el Evangelio desde la vida y la realidad de los pobres y la vida y realidad de éstos desde el Evangelio.