Seguimos en el viaje de la Cuaresma que inauguramos el Miércoles de Ceniza. Estamos viviendo una Cuaresma centrada en torno al misterio de nuestra vocación. Hoy el Señor nos invita a dejarnos deslumbrar por su destello transfigurado.
La Cuaresma, con su densidad litúrgica, nos invita en en este año vocacional a proyectar una luz de esperanza acerca del presente y del futuro de la evangelización.
No cesen de orar para que se cumpla la voluntad de Cristo: “Padre, que sean uno, como tú y yo somos uno, para que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21)
Feliz año nuevo a los que despiertan en el 2008 sin la resaca de la culpa, llenos de vida en que la pasión sobrepasa a la omisión y el gozo teje luces donde la amargura acostumbra a bordar telas de araña.