Hasta el siglo III la comunidad cristiana celebraba la pascua del Señor semanalmente, todos los domingos. Pero una vez al año se celebraba más solemnemente precedida de una breve preparación que consistía en el ayuno que se abría el viernes.
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19).
Existe una ascética civil. Se ha puesto de moda. La recomiendan los médicos: ejercicio, moderación. Probablemente los grandes medios de comunicación no nos informaron de la llegada de la cuaresma, como han hecho con el ramadán. Pero la cuaresma está ahí.
El Vaticano ha publicado el Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2012, que tiene como título la cita de la Carta a los Hebreos "Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras" (Hb 10, 24).
Los Obispos de Pamplona, Bilbao, San Sebastián y Vitoria hacen pública la Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua que lleva por título Acoger y transmitir la Palabra de Dios. Cuaresma y Pascua son tiempos de conversión.
Este año, en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, deseo detenerme a reflexionar sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes t